Descendiente del último rey polaco, Elena nos nació princesa. Pero no ha sido nunca una princesa al uso, siempre ha sido una princesa como las que deberían poblar nuestros cuentos infantiles. Una princesa con la que identificarse, una princesa modelo a seguir: comprometida con las causas justas, mujer trabajadora, escritora y periodista que denuncia las injusticias. Una mujer siempre atenta, de las que saben escuchar a los demás para luego desbordar y tejer sus palabras con elegancia, con empatía hacia el otro, hacia los otros, hacia nosotros, hacia el mundo.
Elena es amorosa y cálida.
Su linaje es polaco, pero nació en París en 1932. Con diez años, de la mano de su madre, emigró a la ciudad de México a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
Durante su juventud estudió en Estados Unidos y tiempo después volvió a México.
No fue a la universidad. Ella cuenta siempre: «No estudié en la Salle, estudié en la Calle», sin embargo, tiene en su haber varios doctorados honoris causa, entre muchos otros premios, medallas, menciones de honor, nombramientos y distinciones. Y hoy está aquí, nada más y nada menos que para recibir el galardón más prestigioso de la literatura en lengua española: el Premio Cervantes. Un merecido homenaje a su larga trayectoria y dedicación.
Elena tiene el alma y el corazón mexicanos: está enamorada de su gente, del olor a huitlacoche, de sus palacios y volcanes…Su amor por México es intenso y profundo.
Entrevistó a los que serían sus maestros: Diego Rivera, Octavio Paz, Juan Rulfo, Rosario Castellanos…También recogió los pedazos de la tragedia del 68 en México y armándose de coraje, los unió y nos lo contó todo en la Noche de Tlatelolco. Nos brindó la vida de Jesusa Palancares, nos regaló Tinísima, nos emocionó contándonos la vida de Leonora Carrington.
No le gusta hablar de sí misma, porque en cada libro suyo se deja un trozo de su propia vida, de su propio corazón. Un corazón que aún, y afortunadamente, late. Late intenso para escribir.
Elena para vivir escribe, reescribe y no para nunca.
Es un privilegio tener en este mundo a esta princesa roja: nuestra muy querida Elena Poniatowska Amor.
Artículo: Lola Zavala.
Ilustración: Augusto Metztli.
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