La silla de Mujica

La silla de Mujica-internet

Mi bisabuelo se arruinó a los 70 años, lo perdió todo, no fue su culpa, casualidades y causalidades que te pillan en medio. A esa edad, desde la nada comenzó un nuevo negocio, una maderería, en un terreno al lado de su casa en Escuinapa. Vivió y trabajó dignamente sin contratiempo hasta la hora de su convalecencia y de su muerte. Por eso sé, que se puede empezar una y otra vez. 

Mujica piensa igual, se lo dijo a Jordi, desde su casa en Uruguay: «Se puede arrancar y empezar de nuevo, una y mil veces».

Sentado en su destartalada silla, tan digna y sabia como él, mientras acariciaba a su bella Manuela, se convirtió en el portavoz de la buena existencia: «Hay que transcurrir por la vida con un sentido de felicidad».

Un gran escuchador es un gran observador y conversador, supongo que por eso entiende y transmite también nuestra condición animal y la relación que tenemos con el medio que nos rodea: «Tenemos que empezar a pensar como especie».

Pero la silla de Mujica es de él y de nadie más. La vida y el tiempo los han modelado así.

Augusto Metztli.

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2 comentarios en “La silla de Mujica

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