@hazteoir , la organización ultracatólica que se dedica a hacer campaña contra las mujeres, el aborto, el colectivo LGTBI, la eutanasia, la ley de Educación y básicamente, cualquier avance social, ha multiplicado por cuatro sus ingresos en los últimos ocho años.
Ya lo decía mi abuela, las palabras no se recogen, hay que ser muy cuidadosos con qué decimos y sobre quién lo decimos. Cada año que pasa no deja de sorprenderme el nivel de xenofobia, racismo y violencia que ejerce el PSOE sobre una parte del colectivo migrante. Hace unos días, de nuevo gracias a la movilización social, conseguimos que la ILP pasara un nuevo trámite parlamentario.
Vivimos rodeados de cosas. Figuritas de adorno, suvenirs, mesas, sillas, butacas en las que nadie se sienta, estanterías repletas de libros ya olvidados, marcos con fotos de otras épocas de personas que ya no son lo que eran; la cafetera de diseño, la airfryer, el cepillo de dientes, la afeitadora, el reloj y el teléfono móvil -ambos smart– e infinidad de aparatos cuya tecnología nos promete una vida más fácil y que nos regalan más tiempo para dedicar a nosotros mismos, apuntarnos a yoga, ir a terapia, escribir frases guays en el Threads, hacer entrenamiento funcional y pagar las inscripciones de maratones que no vamos a correr. Ingentes cantidades de ropa en los armarios y cómodas, debajo de la cama, en cajas, en el cesto de la ropa sucia; nunca es suficiente para una vida tan ajetreada y la infinidad de situaciones en las que debemos estar presentes: bodas, funerales, un brunch, un cóctel, una gala, un estreno, una escapada de fin de semana, la clase de yoga, la sesión de entrenamiento funcional, la cita con la terapeuta, la fotito para el Insta; además, hay que tener en cuenta las cuatro estaciones del año, la hora del día o de la noche, las modas, las tendencias, la edad, el peso.
Debía tener ocho o nueve años cuando mi tía Gloria, llegó a casa con una caja llena de libros, me regaló una colección de diversos títulos de «literatura infantil y juvenil». Algunos los disfruté mucho como «Las aventuras de Tom Sawyer», u otros que me llamaban la atención como «Corazón diario de un niño», «El Libro de la Selva», «La historia interminable» y el que fue y sigue siendo uno de los más especiales para mí: «Momo» de Michael Ende.