Qué difícil es decir: Sub-ma-ri-no

De niño, siempre me costó muchísimo pronunciar la palabra «submarino», debía decirla separando las sílabas: sub-ma-ri-no y así conseguía hacerlo en voz alta y no susurrando. Cuando iba a la tienda de la esquina con los «Güeros», les pedía unos sumarinos de vainilla o chocolate, me resultaba más sencillo comerme la «b». Son unas golosinas mexicanas, como unos bizcochitos de la marca Bimbo.

Hace unos días, supe la noticia de que un barco pesquero con más de 700 personas migrantes, había naufragado en las costas cercanas a Grecia, su destino era Italia. Pudieron rescatar a 78 de ellas, casi todos los días está sucediendo, según la zona y sensibilidad de las autoridades, los hechos tienen distintos desenlaces, pero muy poca cobertura mediática y mucho menos cobertura política y de justicia social.

Casi al mismo tiempo, en todos lados comenzaba a circular la noticia de que no se localizaba un pequeño submarino, con seis tripulantes ricos, que habían pagado una expedición para ver los restos del Titanic. Era difícil no verlo, oírlo, o leerlo, porque todos los medios y las personas hablaban del mismo tema. Para buscar al submarino hubo una movilización importante de barcos, helicópteros y recursos tecnológicos para encontrarlos, finalmente murieron y los restos destruidos del submarino lo corroboraron.

Como era de esperar, surgieron las comparaciones de los medios y la importancia de unas y unos desaparecidos náufragos ricos y ociosos, y de otros que eran migrantes y refugiados.

Las fronteras físicas hacen lo mismo que las mentales, no dividen territorios, sirven para filtrar intereses. Permiten a la gente rica saquear los recursos y servir de barrera para contener a la gente empobrecida por dicha usura.

Hice todo lo posible por no consumir ningún contenido informativo sobre ese submarino, porque no comparto las actuales dinámicas mediáticas. Pero al final abrían los noticieros con eso, estaba como contenido prioritario en las webs, sin quererlo entre titular y titular acabé enterándome de la historia completa y de múltiples detalles.

Me sigue costando decir la palabra sub-ma-ri-no, y si ya le tenía algo de manía por eso, ahora con la historia del submarino de oro, aún me gusta menos. Y al ver la inequidad en los recursos del viaje de unos y el rescate de otros solo me vienen a la mente los versos del poeta Nezahualcóyotl:

Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Augusto Metztli.

*¿Te gustó el artículo y la ilustración? ¿Nos apoyas con 2$, 5$ ó 10$ al mes en patreon? o también puedes hacerlo en Ko-fi a partir de 3€. Llevamos más de ocho años ilustrando la actualidad. GRACIAS

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.