Me relaciono a diario con personas que viven realidades diferentes. Obvio. No tendría nada que objetar si no fuera porque algunas de esas personas carecen de empatía y son incapaces de ponerse en la situación del otro o al menos de imaginarse cómo es vivir de otra manera, en otras condiciones, con otras circunstancias, cuando las necesidades básicas no están necesariamente cubiertas.

Nuestro egocentrismo a menudo nos impide ver más allá de nuestras narices. Somos los que tenemos más trabajo, más estrés, más ansiedad; somos los que peor estamos, los más desgraciados, los que más peso llevamos sobre nuestras espaldas. Siempre hay alguien más jodido, sí, pero es que nosotros estamos muy mal. No sabéis lo que es esto o aquello, no tenéis ni idea. Escupimos. Excretamos. Nos ahogamos en nuestra propia mierda. Y ni siquiera eso nos iguala.

Hace unos días, Alberto Núñez Feijóo dijo en un programa de televisión que se emite en prime time, que el kilo de naranjas cuesta 0,12 euros. Estamos muy jodidos si el candidato del PP a las elecciones generales no tiene ni idea del precio del kilo de naranjas. No sé quiénes son sus asesores, pero está claro que son unos incompetentes. Feijóo es un personaje perverso, un ignorante. Más allá de su ideología, de su disfraz de moderación, es un tipo peligroso que no está capacitado para presidir un país y que lo haría como sólo saben hacerlo estos individuos, que es derogando leyes, suprimiendo derechos, asfixiando a los más desfavorecidos y dándole la mano a los opresores. Un garrulo de los de toda la vida, vamos.

Manuel Rivas, escritor, periodista y co-director de la revista Luzes, tuiteó: “fáltalle unha pataca para o quilo”. Pues eso.

Fernando Prado.

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