Las películas de Oppenheimer y Barbie han sido muy «taquilleras», y gracias a su recaudación, el cine «de siempre» ha tenido un buen verano y un buen año de recuperación después de la pandemia. Vi Oppenheimer y sí, había gente, pero hace muchos años que no veo una sala de cine llena.

Cerca de casa de mi abuela materna, siendo niño, vi cómo construían, piedra a piedra, el centro comercial «Plaza Fiesta Arboledas», ahí en un nivel subterráneo incluyeron unos Multicinemas. No me acuerdo si tenían dos o más salas. Fui muchas veces a ese cine, acompañado o solo, porque desde siempre es una de mis actividades favoritas de ocio.

Una película en la que recuerdo perfectamente cómo estaba la sala, fue la de «Regreso al Futuro 2». Todas las butacas estaban ocupadas, no había ninguna vacía, el espacio en las filas de atrás estaba lleno con gente de pie, las escaleras entre las butacas tenían público sentado y en la parte final, bajo la pantalla, las personas miraban la película tiradas en el suelo para no acabar con tortícolis. Eso era una sala de cine llenísima.

Cuando terminó «Regreso al futuro 2» , inmediatamente después de la escena final, proyectaron el tráiler de «Regreso al futuro 3», nadie lo esperaba, todos y todas pusimos atención, silencio absoluto y lo miramos con asombro y emoción. No he vuelto a estar en una sala de cine tan llena como aquel día, entiendo que ya no se podría, pero también asumo que esa magia, ya no existe.

Ahora tengo la trilogía en DVD y a veces pongo alguna al azar o las voy poniendo en orden a lo largo de la semana. Cuando acaba la 2 a continuación continúan con el tráiler de la 3 y vuelvo a aquella sala repleta y soy consciente de por qué amo el cine en el cine.

Augusto Metztli.

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