Suele pasar con los tiranos, dictadores, autoritarios, ególatras y líderes mesiánicos que, cuando alguien pone en cuestión sus acciones y decisiones, responden a la defensiva, sin el más mínimo atisbo de autocrítica, con acusaciones delirantes y mentiras destinadas a perjudicar a aquel que osa levantar la voz.

El historial de Netanyahu y del actual Gobierno israelí está lleno de ejemplos. Uno de los más recientes es haber acusado al presidente español, Pedro Sánchez, y al primer ministro belga, Alexander De Croo, de apoyar el terrorismo. “Condenamos las falsas acusaciones de los primeros ministros de España y Bélgica que apoyan el terrorismo. Israel está actuando de acuerdo con el derecho internacional y luchando contra una organización asesina peor que ISIS”, dice el comunicado emitido por el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Eli Cohen.

Nadie se cree que Sánchez y De Croo estén apoyando el terrorismo -salvo, quizás, algunos de los manifestantes de Ferraz-, pero que Israel continúe insistiendo en que está actuando de acuerdo al derecho internacional es reafirmarse en la humillación contra el pueblo Palestino.

La barbarie debe cesar de inmediato y para ello es necesaria una respuesta contundente de la comunidad internacional condenando las acciones del Gobierno de Israel y sus Fuerzas de Defensa que ya han causado más de 15.000 muertes. Hoy -de nuevo y más que nunca- son los palestinos. No deberíamos descartar que mañana seamos nosotros.

Netanyahu es de los que juega solo para que nadie le quite la pelota.

Fernando Prado.

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