
Todo pesa. La materia que crece inabarcable, las secreciones y los excrementos, la abundancia y la miseria, la tierra, las nubes, los dispositivos, los cables, las estadísticas, los muertos. Explótate, compra y calla. Pesa la rutina, el trabajo inútil, el vértigo de prescindir de un mapa y perderse. Pesan los niños desmembrados, los pasillos estrechos, los parlamentos inservibles. Pesa el alba, el ocaso, la búsqueda de imposibles. Pesan las fronteras y las identidades. Pesan los egos, las voces, la memoria. Pesan las partículas invisibles, el cuerpo, el dolor, el sexo. Es un peso inconmensurable, que aplasta despacio, oprime y dificulta la respiración, que reduce la capacidad de movimiento hasta provocar la parálisis.
Llueve. El mundo parece otro bajo el agua. No es el fin, nunca lo es.
Fernando Prado.
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