Me rondaba en la cabeza el recuerdo de una película sobre un barco esclavista, en el que la gente capturada, había conseguido liberarse, tomar el control de la nave y matar a sus opresores, para después llegar a la costa de USA y enfrentarse a varios juicios para esclarecer los hechos y ser condenados a pena de muerte o ser hombres y mujeres libres, pero no recordaba su nombre como para buscarla y verla.

Este 21 de marzo pasado «Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial», indagando qué ver en SkyShowtime, vi que estaba «Amistad», ese era el nombre de la película que llevaba tiempo pululando en mi cabeza. No la había visto desde el principio y por fin pude, ni tampoco sabía que era de Spielberg.

La historia del barco la Amistad es muy conocida y al parecer en la película hay algunas imprecisiones, pero no son relevantes. Una de las escenas que me impresionó mucho, es en uno de las viajes que narra Cinqué (el africano de la tribu Mendé, que inició el amotinamiento y consecuente liberación), explica que en medio de la travesía, vio como a cincuenta personas, hombres y mujeres, las ataron unas con otras y en el extremo final los amarraron a una red llena de piedras. Al dejarla caer al mar, arrastró una a una a esas cincuenta personas, que eran «la mitad de la mercancía» que transportaba el barco. Así con la palabra «mercancía» quedó por escrito en la bitácora de viaje el evento. Lo hicieron porque habían calculado mal las provisiones, y prefirieron tirar por la borda a unos y dejar a los demás para después venderlos. Se «deshicieron» de los «más débiles o enfermos».

Como el juicio iba sobre esclavitud sí o no, según el fallo podía llevar a USA a una guerra civil, porque aún había poblaciones del sur que se servían de esclavos para enriquecerse. Por eso el juicio se repitió tres veces. La última vez en el más alto tribunal. Es ahí donde el abogado que defendería la causa se reúne con Cinqué y le explica lo que puede suceder y es, en ese instante, que sucede el monólogo más hermoso de la película: «No estaremos solos, hablo de mis antepasados, alzaré mi voz hacia el pasado, hasta el comienzo de los tiempos y les suplicaré que vengan a ayudarme en el juicio. Llegaré hasta ellos y haré que entren en mí. Tendrán que venir, porque en este momento soy la única razón por la que han existido». Y es así que, parafraseando a Cinqué, el abogado invoca a los antepasados que fundaron USA. El veredicto es la libertad.

Cinqué volvió a su casa en Sierra Leona, pero ya no encontró a su familia y su pueblo estaba en medio de una Guerra Civil.

Nunca había visto una recreación tan «real» de la crueldad y el horror del negocio esclavista que tanta prosperidad dio a los países colonialistas que se beneficiaron de ella. Por eso tiene todo el sentido del mundo el 21M y todos los días de nuestra vida, posicionarnos en el antirracismo y el decolonialismo.

Augusto Metztli.

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