Ayuso concede la medalla de oro de la Comunidad de Madrid a Milei. El acto, las banderitas, las miradas, el beso y el abrazo inorgánicos, de postín, entre dos personas con un lenguaje corporal tan escueto como el de dos maniquís en un escaparate me lleva a pensar que para eso se inventó el protocolo: para solventar los problemas de comunicación y simular que dos individuos de la misma especie se pueden rozar, tocar, besar, incluso, de forma natural más allá de las palabras. Todo es una ilusión, en eso consisten los espectáculos. 

Es curioso que los sátrapas en ciernes hablen de libertad. La demandan y la exigen a cambio de que les otorguemos plenos poderes para combatir a los monstruos que nos acechan -justicia social, inmigración, socialismo-. Ellos vienen del futuro, dice Milei, a advertirnos de que eso que llaman Estado es el culpable de nuestros males. Ese Estado a cuyo cuerpo se adhieren como sanguijuelas y que necesitan para subsistir, resulta que no es más que un instrumento empobrecedor cuyo único fin es enfrentarnos, acabar con la igualdad de oportunidades, robarnos el dinero obligándonos a pagar impuestos. Señoras y señores, cavemos zanjas profundas porque cuando eso ocurra, cuando desmantelemos el Estado -de bienestar, lo que queda, más bien- y no tengamos acceso a educación y sanidad públicas, subsidios por desempleo y otras coberturas sociales, caeremos como moscas, nos sacaremos los ojos, nos comeremos por los pies, nos cortaremos la cabeza unos a otros y la arrojaremos a los perros.

Fernando Prado.

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