Conocí la historia de Handala hace muy poco y me ha sobrecogido. Él es un niño que se ha quedado para siempre en los diez años, y aparece en todas las viñetas en la misma posición. Vestido con la misma ropa, las manos atrás que simbolizan la impotencia de que nada puede hacer para cambiar el destino de su amada Palestina, rechazando soluciones «externas al conflicto». Va descalzo y con ropa vieja y parchada como símbolo de la invasión y violencia ejercidas por el Estado genocida de Israel sistemáticamente al pueblo palestino. Es un niño desplazado de su tierra y eternamente refugiado.

Su autor es Naji Salim Husain, dibujante, periodista, editor y miliciano, que a la misma edad que su personaje, tuvo que huir de su aldea en 1948 en el episodio histórico conocido como la Nakba. La viñeta de Handala (nombre árabe para una amarga planta del desierto) con el tiempo se ha convertido en un símbolo de resistencia del pueblo palestino.

La historia de Naji Salim Husain es fascinante, crítico y con conciencia de clase, hay una frase que me gusta mucho y refleja su «estar» en el mundo: «Tengo una perspectiva de clase, que es el motivo por el que mis tiras tienen esta forma. Lo importante es dibujar situaciones y realidades, no dibujar a presidentes y líderes».

Le dispararon en la cabeza el 22 de julio de 1987 a la entrada de las oficinas del periódico kuwaití Al Qabas en Londres para el que trabajaba, siete días después murió. No encontraron al asesino.

«Él era la aguja de la brújula, señalando permanentemente hacia Palestina. No solamente una Palestina en términos geográficos, sino Palestina en su sentido humanitario, el símbolo de una causa justa, ya se encuentre en Egipto, Vietnam o Sudáfrica», para Naji Salim Husain eso era Handala.

Augusto Metztli.

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