
¿Se puede entrar en contradicción entre los ideales que defendemos y la manera en que nos relacionamos y vivimos nuestra intimidad y sexualidad? Por supuesto. Ahí tenemos el caso de Errejón. Lo cito no por ser el único -ojalá lo fuera-, sino por ser el más reciente en el que un político y personaje público es acusado de violencia machista, acoso, abuso de poder y “comportamientos tóxicos”.
Vengo a pedirnos que reconozcamos que todos somos, hemos sido o seremos, en mayor o menor medida, culpables. Es fácil decir que uno es feminista y empático, que quiere la igualdad, la paridad, que uno es un hombre en proceso de deconstrucción que trabaja arduamente para desprenderse del machismo y de los clichés patriarcales aunque sea mentira. Incluso si fuera cierto queda muchísimo por hacer. No debería haber excusas válidas, ni encubrimientos.
Fernando Prado.
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