Vivo en medio de dos parques naturales -entre ambos suman unas 46.000 hectáreas-. Abrir todas las ventanas de par en par cada amanecer para que entre el fresco y comprobar que no hay señales de humo emergiendo de los montes que me rodean es siempre un alivio. También es un privilegio, al menos para mi, poder refugiarme en el bosque de las altísimas temperaturas de las sucesivas olas de calor. Ahora se avistan más corzos, aves, insectos, roedores o reptiles debido a la escasa presencia humana. Una delicia.

Los incendios de este año están arrojando datos lamentables. El de Zamora es el peor incendio de la historia de España desde 1968, el de Chandrexa de Queixa es el más grande de la historia de Galicia desde que hay registros. A día 15 de agosto, la superficie quemada en todo el país era de 157.000 hectáreas. Tres personas han muerto, hay varios heridos y población evacuada o confinada.

Acabará el verano y continuaremos con nuestras rutinas exactamente igual que siempre, sin hallar tiempo para la reflexión y la comprensión de la época que estamos viviendo, sin ser conscientes de los cambios que estamos provocando en el planeta -algunos de ellos irreversibles-, sin aceptar que nos hemos convertido en pirómanos de nosotros mismos.

Fernando Prado.

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