Se vienen sucediendo estos días protestas por la participación del equipo Israel-Premier Tech en la Vuelta Ciclista a España. Las imágenes de carreteras cortadas por los manifestantes ante el paso del pelotón y del equipo israelí se han repetido en varias etapas. Estos sucesos han generado multitud de opiniones a favor y en contra de unas acciones que suman ya varios detenidos.

Para el ciclista británico Tom Pidcock, el único que consiguió atravesar la línea de meta el pasado miércoles en Bilbao, “el ciclismo no tiene nada que ver con lo que está pasando”. Carlos Verona, ciclista del equipo Lidl-Trek, opina que “hay que mantener el deporte alejado de la política”. Es comprensible que para un ciclista profesional que lleva toda una temporada de durísimos entrenamientos y carreras estas protestas provoquen frustración, incomprensión, incluso rabia. Mi opinión es que la organización de La Vuelta debió haber prohibido la participación del Israel-Premier Tech, y que la UCI debería vetarlo en todas las competiciones internacionales.

Pasa con deportistas y artistas que a menudo se pronuncian a favor de una neutralidad inmoral, de un bajar la persiana y aquí no pasa nada, de no posicionarse para no verse afectados por sus opiniones respecto a esto o aquello. Creo que es una actitud egoísta. Y creo que seguimos sin querer enterarnos de nada, sin querer reconocer lo que está ocurriendo gracias, en parte, a nuestra indiferencia. Puede parecer que todas las voces son pocas para condenar el genocidio, que los medios son escasos y los esfuerzos inanes. Son insuficientes, eso si. Debemos ser más contundentes, debemos hablar de Gaza en todos los medios, debemos bloquear económicamente a Israel, detener la venta de armas, cancelar cualquier tipo de colaboración con el régimen sionista y criminal de Netanyahu, y debemos hacerlo ya.

Todo es política, incluso mantenerse al margen poniendo como excusa el deporte o el arte. Nuestro silencio nos convierte en cómplices; con nuestro silencio se disparan balas, se lanzan bombas y mueren de hambre personas inocentes.

Fernando Prado.

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