
A raíz de morir Robert Redford, me puse a ver en Filmin las recomendaciones que hacían de las películas donde actuaba él. Una de las que más me gustó fue la de «Todos los hombres del presidente», que es una cinta que habla sobre periodismo, política y periódicos, en particular lo que hubo detrás del llamado «Caso Watergate» y que provocó la dimisión de Richard Nixon, presidente de USA. Es una maravilla, eso está claro. Disfruté mucho de las lecciones de periodismo que hay implícitas, un ejemplo: no se publicaba ninguna noticia a menos que fuera confirmada por tres fuentes distintas. Debía confirmarse tres veces, yo no sé ahora mismo si periódicos impresos como el Mundo, la Razón, el ABC o el País, lo hagan. Ni hablar de seudomedios que difunden bulos y mentiras financiadas por gobiernos principalmente del Partido Popular, VOX y otras organizaciones fascistas y ultracatólicas.
Al mismo tiempo que veía las películas donde actuaba Robert Redford, me llegó por correo un regalo de Marthazul, el libro «Sobre el periodismo» de Joseph Pulitzer y publicado por Gallo Nero, más que una publicación formal, los textos son la propuesta y argumentario de Pulitzer para la futura escuela de periodismo dentro de la universidad, donde explica qué asignaturas deben tener, qué debe ensañarse en ellas y quiénes serían profesorxs ideales para hacerlo. Lo interesante es el argumentario para todas sus propuestas, es ahí donde están las lecciones de periodismo, donde desarrolla el oficio. Habla de algo fundamental, que es la «Opinión pública» y cita ejemplos de cómo ha influenciado en los hechos históricos que hemos vivido. Habla en voz alta sobre futuribles, e impresiona cómo ha acertado en los tiempos de ahora. Es un libro actual y visionario. Después indagué más en Pulitzer y sé que es una persona con varias polémicas a su alrededor, pero hablando estrictamente de lo leído en el libro, es claramente una clase magistral de periodismo.
Después de ver y leer sobre periodismo, no entiendo cómo la gente que estudió y/o se dedica a ese oficio, participa en el macabro juego de dar voz y hacer pasar como verdad, la metralleta de mentiras que sueltan por la boca gente como Trump, Netanyahu, Feijóo o el fascista de Abascal y sus respectivxs compañerxs de partido. La estrategia de estas personas es clara, decir todas las mentiras posibles, medias verdades, frases superlativas, exageradas, básicas y emocionales, y dejar a todo quien les escuche tan aturulladxs, que cuando intentan contrastar la primera frase, ya hay un centenar en la lista. La velocidad a la que mienten no es compatible con la que se requiere para desmentir.
La responsabilidad de silenciar sus mentiras, de ignorarlas, de no contribuir en ese juego es de los medios, de las y los jefes de prensa, y de nosotrxs no poniendo en la opinión pública falsos debates o dilemas, poner en la agenda cuestiones que hemos superado o que no corresponden con la realidad.
El ejercicio de contrastar el relato o la información no debería ser exclusivo del periodismo, debería ser un ejercicio personal, para no ser parte de la cadena de mentiras. Que muchas veces o casi siempre lo que pretende es violentar a la sociedad y sobre todo a los colectivos más vulnerables.
Augusto Metztli.
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