
Un amigo de mi tía Gloria (la hermana pequeña de mi madre), le prestó en formato Betamax, una nueva película sobre viajes en el tiempo, se llamaba «Back to the future» (Regreso al futuro). Cuando llegó por la tarde me dijo si quería verla, solo me advirtió que estaba en inglés y sin subtítulos, aunque si los hubiera tenido tampoco servirían de nada, tenía 6 ó 7 años, no leía a la velocidad requerida para los subtítulos.
Me la pusieron en el estudio de mi abuelo, ahí él tenía su escritorio de metal donde trabajaba, además estaba la televisión, la «regresadora», las videocasetera VHS y Betamax, también había un sofá, de esos que se desdoblaban y hacían cama, era de color café a rayas.
A pesar de no entender los diálogos porque eran en inglés, me pareció fantástica y recuerdo perfectamente que de la emoción saltaba de una lado al otro en el sofá, corría por toda la habitación, me cubría la cabeza con las manos y gritaba.
Hace 40 años la estrenaron, la he visto muchas veces porque las tengo en DVD (la trilogía). El cine que te hace emocionar y sentir así, en la infancia o ahora agradezco que exista por los buenos momentos que me ha hecho pasar. Tiene frases memorables como cuando Doc dice: ¡1,21 Jigovatios!, ¡1,21 Jigovatios!, ¡1,21 Jigovatios! y Marty responde: ¿Qué demonios es un jigovatio?, me hace mucha gracia esa escena. Gravita en ideas muy locas como la del «Condensador de flujo (aquí dicen fluzo)» o las paradojas temporales. Se nota la química y naturalidad entre actores y actrices, y todo hecho con unos efectos especiales que aún sorprenden. Hay un montón de historias alrededor de ella, con datos curiosos, incluso hay playmobil (de los que tengo algunos).
En fin, que siempre que quiero estar tranquis, pasarlo bien y disfrutar, la pongo. Llevo casi cuatro décadas haciéndolo.
Augusto Metztli.
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