La Illa de san Simón en la ría de Pontevedra debe ser «lugar de memoria» y reparación (falta poco para que eso suceda), pues mucha gente sufrió y murió ahí. Debe ser un espacio de recogimiento, estudio y reflexión, por eso no comparto ni estoy de acuerdo en que hagan el festival de música «Sin sal» patrocinado por una marca de cerveza, ni tampoco que hagan una residencia de ilustradoras e ilustradores, ni residencias de escritores y escritoras, ni ninguna otra actividad lúdica, desde luego tampoco un congreso de bachata.

Pero respecto a este último, el evento de bachata, pasó algo que no me gustó y es el racismo que vi en muchas publicaciones en RRSS y comentarios que hacía la gente. La oposición y manifestación en contra de este evento fue mucho mayor, más ruidosa y contundente que por ejemplo respecto al festival «Sin sal», que se hace cada año ahí mismo y si buscas en la web de ellos, en ningún lugar mencionan lo que sucedió en esa isla durante el franquismo. La prensa se hizo eco de esto y salió publicado en muchos medios, si buscas en google por ejemplo «Protestas por el festival Sin sal en la Illa de san Simón», encontrarás solo un artículo, se te colarán en la búsqueda de los del congreso de bachata.

Es obvio que la molestia radica en el origen de la música, que es latina, procedente de gente negra, marrones y panchitos, y que son ritmos bailables. Hay varias curiosidades con la bachata, ya que además de ser patrimonio inmaterial de la humanidad, fue censurada por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Treinta años duró, allá también sabemos de represión y memoria.

No hay memoria democrática, sin decolonialismo, sin feminismo y sin antirracismo. Los colectivos antifranquistas tienen mucho que reflexionar y aprender, porque si sus luchas se hacen desde el racismo, desde su blanquitud y desde sus privilegios, yo estaré escuchando bachata.

Augusto Metztli.

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