El paraguas es ese objeto que siempre te olvidas en todas partes: cuando vas a por el pan, al cine o a tomarte unas cañas. Los habitantes de los climas atlánticos saben que este objeto formado por una estructura de varillas a la que va sujeta una tela impermeable no es de gran ayuda cuando llegan los temporales, momento en que la lluvia cae desde el cielo en todas las direcciones posibles e inimaginables.
Yo detesto los paraguas, tanto que prefiero mojarme antes que usarlos.
En Hong Kong, sin embargo, los estudiantes han descubierto que un paraguas puede convertirse en el poderosísimo símbolo de una revolución. Sólo por esto debería convertirse en objeto de culto.
Que no se cierren los paraguas.
Fernando Prado.
Reblogueó esto en Pablo Ribas.
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