Los que permitieron que 23 personas, esperarán cuatro horas sobre la arena, con el sol canario del medio día, después de hacer un viaje por mar, demoledor física y emocionalmente (una travesía que en ocasiones dura años, y donde el ansiado desenlace es pisar tierra europea), deben dejar sus puestos de trabajo y ser juzgados por ello. Porque es un delito la omisión del deber de socorro. Ser cómplice de trasladar a estas mismas 23 personas (en las condiciones antes descritas) en un camión de la basura, merece la dimisión del ministro de interior, y de paso recordarle a Jorge Fernández Díaz (que juró su nombramiento de ministro sobre la biblia) que es pecado, y como mínimo, según su religión, es un pase directo al infierno, donde debe ser purificado por el fuego eterno y los cortes de las cuchillas que él llama concertinas.
En fin, supongo que el ministro pensó que cuatro horas de insolación servirían para purificar a estas 23 almas, algo así como lo equivalente a un día con el cilicio del opus dei que tanto le gusta.
Augusto Metztli.
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