En vísperas de que los creyentes católicos forraran de billetes las huchas del convento de santa Rita, en pago al prodigio esperado, en el auditorio de Vilagarcía de Arousa sucedía el auténtico milagro, al que asistimos un centenar de oyentes. Tres músicos coordinaban sus intrumentos para interpretar el soundtrack del mar de la ría de Arousa. Era jazz, «Jazz pagano» del Atlántico.

Desde que supe de la pronta publicación del nuevo disco de Pablo Vidal trío, quería tenerlo y escucharlo ya. Me hacía mucha ilusión conocer la música de jazz que inspiró respirar la brisa marina de estas aguas fértiles, porque Pablo cuenta que las melodías nacen ahí.

La primera vez, que me sorprendió el mar de Arousa, fue en un vídeo que vi aún viviendo en México. Percibí su tímida cadencia, que no se sabe si es fruto del aire, de la marea, de la luna o de las embarcaciones que navegan por sus tranquilas aguas sonoras. Me parecía que la gente del pueblo tenía una deuda con el mar de aquí. Solo lo quieren a conveniencia, por lo que da. No por lo que es. Algo así le sucede al jazz, ahora mismo, aquí y ahora, es un acto heróico subirte a un escenario e interpretar una pieza compuesta por un trío de músicos.

Ahora pienso diferente, Pablo Vidal ha saldado la deuda, el mar de Arousa tiene himno.

Augusto Metztli.

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