Embotellados

EMBOTELLADOS

A veces puede parecer que tenemos demasiada información, que los medios de comunicación nos bombardean continuamente con las mismas noticias día tras día; puede parecer que tanta información no es necesaria porque al fin y al cabo hablar de lo mismo durante tanto tiempo acaba aburriéndonos y volviéndonos insensibles. Sin embargo no nos aburrimos de las informaciones deportivas (casi en su totalidad de fútbol), ni de los cotilleos y la prensa rosa. «No todo pueden ser malas noticias», decimos. Cuando las noticias nos saturan es porque no estamos siendo capaces de asimilarlas.

Nos ha costado asimilar, por ejemplo, que Europa no puede cerrar sus fronteras a los refugiados ni a los inmigrantes; basta con tener un poco de memoria y recordar la reciente historia del continente europeo. La gestión de la crisis de los refugiados ha sido un desastre, sin duda, pero ha habido un país que se ha puesto a la cabeza de la vergüenza europea por méritos propios: Hungría.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, es un impresentable y un xenófobo. Su gobierno ha levantado una alambrada en la frontera con Serbia, ha tratado a los refugiados más como a animales que como a seres humanos encerrándolos en campos, siendo maltratados y engañados por la policía y las autoridades, negándoles el asilo. Sus declaraciones, más que carnaza para las noticias, nos sirven para entender cómo piensan Orbán, los miembros de su gobierno e incluso el personal diplomático. El primer ministro húngaro defiende que no existe un derecho a una vida mejor, que no podemos dejar entrar a todos porque Europa se iría a pique y advierte de que no podemos dejar entrar a más musulmanes si queremos mantener la raíces cristianas de Europa. ¿Raíces cristianas? Hace más de dos mil años Europa no era cristiana y la expansión del cristianismo no fue precisamente un hecho admirable.

Polémicas e intolerables han sido también las declaraciones de la embajadora de Hungría en España. Enikó Gyóri está preocupada por cómo va a ser la composición étnica de Europa en el futuro. Muchos en Europa no quieren a los refugiados ni a los inmigrantes ni al que es diferente. Sin embargo, Europa nunca ha tenido una población homogénea, el resto del mundo tampoco.

El discurso del miedo funciona cuando hay desinformación. Europa no debe cerrar sus fronteras si quiere, por ejemplo, asegurar su sistema de pensiones. Es decir, si algunos líderes europeos no son capaces de pensar que todas las personas somos iguales independientemente de cuál es nuestro origen, color de piel o religión, sí deberían pensar de manera práctica e interesada en el futuro.

Todos tenemos derecho a una vida mejor. Puede que sea un derecho no reconocido, pero es una fuerza que nace dentro del ser humano y que lo empuja a echarse al mar, a caminar miles de kilómetros, a saltar vallas y a hacer cualquier cosa para escapar del hambre, la guerra, la desesperación y la muerte.

Europa no debe ser un caro licor solo al alcance de los europeos.

Fernando Prado.

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