Finalmente, el FBI ha conseguido desbloquear el iPhone del terrorista Syed Farook, causante -junto a su pareja, Tashfeen Malik- de 14 muertos en un centro de servicios sociales para discapacitados en el condado de San Bernardino, California.

El FBI ha contado con la ayuda de Cellebrite, una empresa de tecnología israelí que fue elegida tras la negativa de Apple para colaborar con la agencia federal.

¿Se pueden conciliar tecnología y privacidad? No nos olvidemos que todos nos hemos convertido en personajes públicos y que nos exponemos con más o menos pudor en la redes sociales. He aquí la controversia. No podemos definir con precisión dónde está el punto en el que debemos detenernos. Una persona sentada delante de un ordenador es suficiente para saber quiénes somos, a qué nos dedicamos, qué hacemos en nuestro tiempo libre, cuáles son nuestros vicios y debilidades, y gracias a toda la información que vomitamos sin parar a la red o guardamos en la nube, puede predecir cómo vamos a actuar o reaccionar ante determinadas situaciones y avanzarse a nuestros próximos movimientos. Pero ¿qué nos convierte en sospechosos? El mundo vive en un estado de nervios constante, paranoico y psicótico y los estados más poderosos se amparan en la seguridad nacional para justificar todo tipo de intromisiones en la vida de las personas. ¿Dónde está el límite?

El debate continúa.

Fernando Prado.

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