Siempre he tenido la duda de cómo los demás perciben los colores, si lo que yo veo rojo o amarillo es igual para otros o a la inversa. O cómo explicar a otrxs el momento preciso en el que un aroma me estremece. ¿Y los sonidos? Son igual de misteriosos, pueden pasar años y años escuchando la misma canción, cuando de repente te das cuenta que la guitarra, o el bajo, o un tambor hacen un determinado sonido del que no te habías percatado hasta ese momento.

Si la percepción de los sonidos, colores y aromas del mundo difiere tanto entre una persona y otra, resulta aún mayor entre los sonidos e ideas que van de una persona a otra. Aún hablando el mismo idioma lo que se entiende o entendemos es una incógnita.

Será por eso que la historia de la ballena «52 hertzios» es tan fascinante, porque habla una lengua única, ninguna ballena de su especie puede escucharle, pero no lo sabe. Aún así no deja de hablar y hablar. Al no haber intercambiado información con otras ballenas de su especie, sigue rutas diferentes, tiene hábitos diferentes a las demás.

Se sabe de ella desde hace 20 años y desde entonces no ha parado de emitir sus sonidos, intentando la correspondencia con otra habladora de su lengua. Por eso «52 hertzios» es una ballena solitaria. Sin manada.

La única y última habladora de 52 hertzios.

Augusto Metztli.

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