Los pulpos en la noche de Kanaku y el Tigre

Antes de que tocara «Ateriopelados» en el PortAmérica de 2017 en Caldas, aquí en Galicia, lo hizo una banda que se llama «Kanaku y el Tigre», de hecho fueron los que abrieron el festival ese año. No alcanzamos a llegar a tiempo porque fuimos en los buses que pone la organización del evento y cuando estábamos ahí ya habían tocado. Entre el público conocimos a una familia compuesta por un chico peruano, una chica galega y una niña, supongo que nacida en Galicia, ella iba con muchas pintadas en la cara y brazos con motivos y alegorías de «Kanaku y el Tigre» y me parece que también de Aterciopelados, me resultó tiernísima, pero no indagué mucho más en aquella banda con ese nombre enigmático.

Solo había una canción que después de aquel día, busqué y escuchaba a menudo: «Si te mueres mañana» publicada en el 2015, su vídeo es muy peculiar, grabado con niños y niñas de barrios vulnerables de Lima en Perú, practicantes del skateboard.

De ahí no pasé, hasta hace unos meses. Porque cada vez me resulta más difícil consumir productos culturales blancos, occidentales, eurocéntricos o anglosajones, no me apetece, me resultan indiferentes y me dan enorme pereza, no consigo identificarme. Lo que ahora «me pide el cuerpo» es música, literatura, ilustración, pintura y cine latinoamericano. Así que decidí retomar la música de Kanaku y el Tigre, lo primero que hice fue comprar el disco «Quema, quema, quema» que es donde viene esa primera canción que conocí y me puse a escucharlo como un poseso.

Lo que hizo que varias canciones de ese disco me removieran por dentro como «Bubucelas», «Pulpos», «10 años», «Fin» y «Nunca me perdí». Así que quise saber más de ellas, y encontré unas versiones «acústicas» grabadas maravillosamente y con artistas invitadas, mi favorito es la de «Pulpos» que grabaron con «Pedrina y Río».

Me gusta su música, con influencia africana de los ritmos traídos por las y los esclavos del colonialismo español, el sonido es actual, si vivieran aquí dirían que son «indie», pero lo que más me gustan son sus letras y las maneras de cantarlas, la vocalización me recuerda a los cantos chamánicos, cuando los brujos y brujas están en trance, como los que he escuchado de los wirárikas, de María Sabina o de otros brujos. Las letras son breves, con frases poderosas y contundentes, usan palabras locales o de los pueblos originarios o directamente voces hablando o cantando en quechua.

He comprado tres o casi cuatro discos de ellos, me parece que son todos los que tienen grabados en estudio. He escuchado varias entrevistas, donde explican que solo querían tocar sus canciones, que les daba un poco igual todo y que no tenían mayor pretensión que materializar su música, por lo que les sorprendió conectar tan rápido con la gente y tener esa aceptación e identificación con el público. La profunda intimidad de sus letras, acabó siendo las profundidad de tantos y tantas. Disfruto mucho escucharles.

A uno de ellos le decían «Kanaku», que significa fuego en quechua, al otro el «Tigre», y de ahí la procedencia del enigmático nombre de la banda. Sencillo y poderoso, como la música que hacen.

Augusto Metztli.

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