
Descubren que Noelia Núnez, una política «joven promesa» del PP, tenía tres currículums en las webs oficiales de tres instituciones a las que perteneció, en las que había información falsa, confusa y ambigua, pero que a grandes rasgos decía que tenía tres titulaciones universitarias, cuando en realidad eran estudios interrumpidos tempranamente. Intentó explicar y excusarse, pero al final la dimitieron. Después, muchos señoros del PP retocaron sus currículums de las webs oficiales donde los tenían. Ni Tellado (ex-periodista) el «malote guardaespaldas» de Feijóo, ni Bonilla (ex-universitario) el presidente de Andalucía, han dimitido por ello, según el camino de la ética, marcado por la propia Noelia Núñez y el presidente del PP.
En dicho CV falso, mencionaba que era profesora en la UFM, una universidad privada guatemalteca, con sedes en Panamá, Guatemala y Madrid. La UFM aclaró en un comunicado que Noelia Núñez no era profesora de este centro, que fue invitada al campus de Guatemala a dar una conferencia y grabaron unos contenidos audiovisuales con ella, ahora mismo esos recursos y grabaciones ya no existen, supongo que las quitaron por toda esta polémica.
Lo sucedido expuso otras situaciones que van más allá de la honestidad de todos y todas al subir nuestro CV en los diversos espacios en los que se nos requiere, incluyendo la búsqueda de empleo. Pero también el clasismo, «meritocracia», «amiguismo», «titulitis» y la «cultura del esfuerzo» en todos los ámbitos, donde la educación universitaria, los másteres y doctorados son «el no va más» aspiracional colectivo. Pero resulta que para ser un servidor público por elección popular, son necesarias otras habilidades, sentires y virtudes, no necesariamente «títulos», como por ejemplo Marcelino Camacho del PCE y diputado español, en su CV decía «Casado. Fresador (metalurgia)» nada más. También el machismo que hace dimitir a una mujer joven mentirosa y no a los señoros mentirosos, que han levantado su carrera política en una andamiaje de datos y títulos falsos como Tellado, Bonilla o el propio Feijóo. Y por último reluce el racismo (que he leído por todos lados), porque los títulos que expide la UFM son validos solo en Guatemala, porque es una universidad de allá (siempre que se lee Guatemala viene la estúpida muletilla de guatepeor) y se relaciona la educación latinoamericana como inferior a la europea, cuando ahora mismo muchas universidades latinas están mejor posicionadas que las españolas en el ranking mundial. Y da un poco igual donde se estudie, porque todos los títulos se tienen que homologar de un lado a otro, según las reglas del país o región en la que se requiera, pero eso no determina su validez ni superioridad entre títulos.
Y no me gusta nada el uso de «lisensiados» en tono burlón que leí en varios portales de noticias, para denostar las licenciaturas americanas (de México hacia abajo) frente a otras del norte global. Cuando surgen estas polémicas recuerdo que previo a la invasión de los españoles, los calmecac y los telpochcalli eran los recintos de educación pública, obligatoria y gratuita de la sociedad mexica, junto a las Cuicacalli e Ichpochcali en donde podían estudiar las mujeres. Porque no es el título lo que importa, es el conocimiento, la experiencia y usarlos para el bien común, ese ha sido siempre el objetivo, eso es lo que juré frente a las sinodales cuando terminé de estudiar, y lo tengo siempre en cuenta.
Augusto Metztli.
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