Hace 50 años publicaron Rayuela, sí, en 1963, efectivamente acunado por esa década luminosa. Julio Cortázar sabía que escribía uno de los libros más maravillosos de la historia de la literatura contemporánea, lo dejó por escrito en una carta del año 1958, y así fue.
Cuando lees Rayuela, al instante sabes que comienzas algo que no tiene referentes. Lo he disfrutado tanto, incluso disfruto acordándome que disfrutaba leyéndolo. Leerlo, escucharlo, abrirlo al azar, imaginarlo, pronunciarlo, y escoger cualquiera de sus dos posibilidades, siempre será una buena elección y siempre te llevará a un buen lugar: a otro gran libro, a descubrir un detalle de la vida, a olvidarte de algo, a estimar a la nada, a creer que no buscando encuentras, a entender por qué los puentes no se sostienen de un solo lado.
Cuando veo un frasco con café y dentro aún hay café, sonrió, porque sé que no todo está perdido. Siempre Rayuela.
Augusto Metztli.
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