La página más bonita de En Azúcar de Sandía

La página más bonita de En Azúcar de Sandía - internet

Hace años, antes de entrar a la universidad, viví 10 meses en casa de mi padre (que es poeta). Así que por las mañanas, antes de que fuera a trabajar, bebíamos café, fumábamos y charlábamos sobre libros, escritorxs y de cómo veía el mundo.

Uno de tantos episodios, y para mi gusto el más memorable, fue cuando hablamos de Rulfo. Se levantó de la mesa, se dirigió a la estantería y pilló dos libros, uno era «Pedro Páramo» y el otro de un autor que no recuerdo. Abrió la primera página del que no recuerdo y comenzó a leer las primeras cinco líneas, hizo lo mismo con «Pedro Páramo», al terminar, me dijo: ¿Ves cómo Rulfo usa las palabras precisas, ni una más, ni una menos? Lo que ha escrito no lo podía escribir de otra manera… Desde entonces siempre que leo, intento saborearlo así, como él me enseñó.

Pocos libros los he sentido con esa preciosa precisión, pero algo que he descubierto en el camino, es que tengo páginas preferidas, que he saboreado en esos términos. Tres páginas en «Rayuela» de Cortázar, una en «Especies de espacios» de George Perec, la página del inicio de «Luvina» de Rulfo, algunas de «Aullido» de Ginsberg y recientemente las páginas 20 y 21 del libro «En Azúcar de Sandía» de Richard Brautigan  editado-rescatado por Blackie Books.

Brautigan me conmovió mucho. Líneas precisas, preciosas, sonoras y vivísimas. La misma sensación al escuchar una canción una y otra vez hasta estropear el CD, así me resulta leer ambas páginas. ¿Qué si recomiendo leer «En Azúcar de Sandía»? Claro que sí. Basta con leer las dichosas líneas de la página 20 de su libro.

Mi nombre

Supongo que sentís cierta curiosidad por saber quién soy, pero soy uno de esos que no tienen un nombre normal. Mi nombre depende de vosotros. Llamadme como se os ocurra.

Si pensáis en algo que pasó hace mucho tiempo: alguien os hizo una pregunta y no supisteis la respuesta.

Ése es mi nombre.

Quizá llovía a cántaros.

Ése es mi nombre…

… O fuisteis andando a alguna parte. Estaba todo cubierto de flores.

Ése es mi nombre.

(Richard Brautigan.)

Por cierto en la ilustración me baso en dos brillantes y chamánicas líneas de Brautigan que dicen: «A veces quedo de pie durante horas en el mismo sitio, casi sin moverme. (He detenido el viento en mi mano)».

Augusto Metztli.

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