Hemos llegado a un punto en el que todos deciden cómo debemos vernos y sentirnos en nuestro propio cuerpo. Todos deciden sobre los centímetros exactos y la cantidad precisa de los pelos que nos deben brotar de nuestra piel. Incluso deciden si algo es o no higiénico en proporción a la cantidad de vello, respecto a los centímetros cuadrados que ocupa. Y se da por hecho que mientras menos hay, más higiénico e impoluto se está. No lo comparto.
Me sorprendió el comentario que leí en un twitter, donde se referían a María, la niña que ganó La Voz Kids, y decían que cantaba muy bien pero que había que arreglarle las cejas. Es una niña y ya tiene que enfrentarse a estupideces de ese tamaño. Yo recuerdo que cuando era niño y me comenzaba a salir el bigote, los otros niños se metían conmigo y se burlaban, afortunadamente pasé de ellos y comencé a afeitarme mucho años después, y ahora sencillamente no lo hago, de ningún sitio, porque no me da la gana. Soy hombre, pero si fuera mujer, seguramente haría lo mismo, o no. Pero sería mi decisión bajo el simple y contundente argumento: de mi cuerpo brotan los pelos que me da la gana. ¿Y del tuyo?
Augusto Metzli.
Coincido con tu reflexión Augusto. Los pelos deben crecer libremente 🙂
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