No es lo mismo perorar «al aire» que suscribir en la pared

Publicistas imbéciles y misóginos abstenerse - internet

El pueblo donde vivo está tan cerca de la ciudad, que a veces quisiera arrastrarlo de una orilla para irlo subiendo un poquito más al cerro y evitar metropolizarnos. La gente saluda en las mañanas y lo mira a uno a los ojos al cobrar un litro de leche en la tienda. Y da gusto. Eso lo pienso tempranito, de regreso a casa para el desayuno, antes que las vecinas de enfrente salgan a echar manguerazos a la calle y me recuerden las ganas que tengo de irnos de aquí. No necesitamos verlas, sabemos que están ahí, porque ya han entonado su ruido monstruoso en decibeles y miserable en la cantidad de palabras por canción. Escuchan «banda», ellas, igual que en la casa de espaldas, que a un lado o al otro.

Por eso me dio una risa malévola enterarme de la campaña «Acción patética» emprendida en Guadalajara (en México) por la estación (emisora) de radio La Mejor 95.5. A sus «creativos» les pareció ingenioso mandar rotular diversos muros con mensajes misóginos como: «Si me vas a dejar que sea embarazada» o «Aunque la fresa se vista de seda peda se encuera»; y firmarlo como Acción patética, haciendo referencia al movimiento de poesía urbana Acción poética. Honestamente, a primera vista me parecieron una punta de imbéciles. Pero me dio tanto gusto que quedara asentado el nivel de sus contenidos por escrito, así fuera en una barda encalada, que hasta me hicieron reír. Me acordé de esos vecinos, tan gentiles por las mañanas, que al crepúsculo se vuelven hoscos si están reunidos, tomando cerveza y canturreando las hazañas de un narco, y hasta hacen como que dan de balazos con los dedos, como los ciudadanos comunes convertidos en animales a la hora de reunirse en una tribuna de fútbol. La empatía, la identificación cuando es liderada por un idiota puede ser terriblemente peligrosa.

¿Cómo pueden los de esa difusora usurpar uno de los pocos movimientos culturales genuinos, que han salido de nuestras fronteras, para abaratarlo con su mensaje comercial tan malo y tan elemental? Rebajarlo al nivel de sus propios contenidos, esos que comunican tanto en música como de viva voz. Porque el problema con las bardas de La mejor 95.5, además de lo que dicen —que es injustificablemente ofensivo e indigno—, es que constituyen frases, comunicados de un ente de difusión masiva. Qué irresponsabilidad, pero sobre todo, qué evidente el nivel de la comunicación que sostienen con sus escuchas. Eso es escalofriante, como para salirse de la ciudad e irse a un pueblo. Es broma, no lo hagan.

En México, el Gobierno  y sus televisoras… o debiera decir, las televisoras y su Gobierno se mueren por destruir a Carmen Aristegui, una periodista que les dice sus verdades ante una audiencia enorme, pero minúscula en comparación con la penetración que han logrado estos cuates de La Mejor 95.5, con filiales en todo el país —por cierto de la misma cadena que hospeda a Aristegui—, quienes sin pudor dicen tontería tras tontería todo el día; y ojalá sólo así fuera. El mensaje que envían es como el de sus bardas: a primera vista mal articulado, simplón y desenfadado; pero ofensivo en el fondo, estúpido, agresivo con la mujer y las instituciones. Prueba de ello es el comunicado que emitieron para disculparse por su campaña Acción patética, diciendo que se había malentendido su mensaje. ¡Valientes comunicadores!

Es imperdonable que en esta difusora crean que pueden zafarse de su responsabilidad arguyendo malentendimiento de la gente. Para eso está la Secretaría de Gobernación, no para censurarlos como quieren hacer con Internet; sino para sancionarlos, por comunicar imbecilidades de manera reitarada y profesional. Necesitamos que la radio se haga responsable de sus palabras porque es un medio de enorme penetración en la sociedad. Debemos asumir que la mayoría de la gente no va a leer más de un libro este año, porque a nadie le importa y parece un caso perdido; que no obtendrá mucho en la escuela con este sistema educativo; y que este Gobierno, más que otros, prefiere ponernos frente a la tele, a ver qué nos dice Laura Bozzo.

Por otra parte, lamento que en todo el pueblo —no me había dado cuenta— no hay un solo muro con intervenciones poéticas. Por acá, sencillamente no han venido. Será que no sería poesía urbana sino rural o semirrural; o que nos les dejaron bardas libres con tantos anuncios de partidos políticos, de bailes y guerras de bandas. Como sea, el clima acá es unos dos grados más fresco que en la ciudad. Supongo que ya es algo.

Artículo: Ramsés Figueroa.

Ilustración: Augusto Metztli.

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