Esto es una patata. No se qué pensarán ustedes, pero yo estoy completamente seguro.
Por otra parte, una cantante de ópera es -y debe ser- una cantante de ópera sin importar si es alta o baja, gorda o flaca, blanca, negra, amarilla o extraterrestre. En ningún momento es una diva del pop al uso, de curvas vertiginosas y cuya calidad vocal, en algunos casos, es francamente escasa -por no decir inexistente-; no tiene que exponer su cuerpo para vender discos.
A mi me resulta sumamente difícil escuchar un aria sin estremecerme, sin que asomen inevitablemente unas tímidas lágrimas en mis ojos. La música, más allá de la genialidad del compositor está viva gracias a la capacidad del interprete de transmitir todas esas emociones contenidas en una partitura y eso se consigue después de años de estudio, de innumerables horas de práctica para conseguir la técnica adecuada, de mucho esfuerzo y sacrificio.
La industria musical es extremadamente machista y cruel.
Fernando Prado.