Cuando llega el verano son muchas las ciudades y pueblos de España que programan sesiones de cine al aire libre. Las personas que acuden a dichas sesiones se sientan en una incómoda silla bajo el cielo estrellado, expuestos a las picaduras de los mosquitos y disfrutan de una película mientras escuchan el sonido de fondo de las bolsas de patatas o el crujir de las cáscaras de las pipas.
Es probable que los espectadores, mientras las bombas mataban a civiles inocentes, comentaran con el vecino sentado en la silla de al lado lo bien hecha que estaba la película, proyectada en tiempo real y sin efectos especiales.
Fernando Prado.