Vergüenza

AVESTRUZ

Hace años crucé el Atlántico huyendo de un país peligroso, inseguro, corrupto y en ruinas; un país en el que la vida de una persona no valía nada. Llegué a una España en pleno crecimiento, a las puertas de la gran burbuja: esa época en la que todos éramos ricos y vivíamos como si el mundo se fuera a terminar al día siguiente. Se construyeron miles de viviendas, enormes urbanizaciones de chalets, campos de golf, aeropuertos; cualquiera se podía permitir unas vacaciones a todo trapo en Cancún, se pedían préstamos para comprar una casa, un coche y para pagar la luna de miel en un paraíso del Pacífico.

Era un sueño. La realidad nos explotó en la cara con violencia y descubrimos asombrados que nos habían engañado, que nos habían robado, que la hipoteca del piso de 80 metros cuadrados jamás la podríamos pagar; tuvimos que vender el Audi porque perdimos el trabajo y nos quedamos sin vacaciones en un edén tropical. Se cerraron empresas y hasta tuvimos que hacer las maletas para emigrar como lo han hecho siempre los pobres. Se destaparon, uno tras otro, casos de corrupción, prevaricación, evasión fiscal, estafas, etc. Estábamos arruinados, pero tuvimos que rescatar a las cajas de ahorro con dinero público.

Supimos que el avestruz escondía la cabeza en la tierra por vergüenza.

Fernando Prado.

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