Cuando se trata de la supervivencia política el ser humano es capaz de cualquier cosa. Enseguida se pasa por el forro las ideologías, los principios, la ética y la moral -si los tiene- y se las arregla para asomar su cabeza por encima de sus propios excrementos.
Así, salvo muy contadas excepciones, los animales políticos nunca asumen sus responsabilidades -más bien irresponsabilidades-. Los culpables siempre son los demás. El último ejemplo lo tenemos en Teresa, la enfermera infectada de ébola. No sirve de nada apelar al desmantelamiento de los hospitales en Madrid, la falta de recursos y medios, la escasa o nula formación que se proporcionó al personal sanitario, el cúmulo de errores cometidos.
El hombre es el lobo del hombre.
Fernando Prado.