Aquello que nos hace escudriñar la naturaleza, al punto de dominar una fuerza capaz de transformar todas las moléculas de la materia, también nos hace destruirla. Revoluciones científicas como la ley de la relatividad y la destructiva bomba atómica tuvieron el mismo padre. Somos tan creativos hasta para aniquilarnos.
Una de estas fuerzas dominadas es el fuego, aquel que permitió al primitivo humano transformar los alimentos y obtener protección contra el medio. Cambió nuestra percepción del espacio tiempo al permitirnos iluminar al mundo durante la noche.
El fuego ha sido inspirador, el fuego cósmico de las estrellas ha alimentado toda clase de fábulas, mitologías e historias sobre esas luces que parpadean en el cielo, sobre nosotros. El fuego ha sido guía en el mar, y medio de transporte para romper el cielo y viajar por el espacio.
Hace tres años el fuego que quemó hasta morir a Mohamed Boazizi (de 26 años, nacido en Túnez) inspiró a la primavera árabe, y a su vez despertó la conciencia de medio mundo, y dio origen a movimientos como el 15M, a los ocupas de Wall Street y al movimiento Yo soy 132 en México.
El fuego con el que se quitó la vida Boazizi, es ahora el que nos guía e ilumina como un faro hacia un puerto un poco más justo, un poco más cálido.
Augusto Metztli.