El Diario de Arousa publicó una nota hace unos días, que me parece más propaganda pagada que información objetiva; se titula: «Vilagarcía, una ciudad pensada para niños». Lo primero ya es discutible, pues no creo que en estos cuatro años alguien del gobierno popular haya «pensado» algo. En la RAE pensar es: Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen. Ahora mismo en el PP no hay nadie que cumpla con esas características, ni capacitado para ello (con excepción de la actual concelleira de xuventude).
Vilagarcía NO es una ciudad pensada para niños. Programar eventos para niños los últimos seis meses de su legislatura, es ser un patético oportunista. Llenar los espacios de juegos enormes de plástico, no es pensar, es comprar. Las instalaciones ya estaban y se usaban. Poner caucho en los suelos de las áreas de juego es una opción, solo eso. Una ciudad pensada para niños implicaría acciones integrales, que mejorarán su entorno de manera global, y aquí Fole ha hecho todo lo contrario.
Pretendió prohibir a los niños andar en bicicleta, patinete y triciclo sobre las baldosas, tampoco quería que hubiera más de tres niños o adultos reunidos en la acera, y se cargó el servicio público de bicicletas, convirtiendo a la ciudad en un pésimo ejemplo de movilidad sostenible. No invirtió en reparar las múltiples averías, humedades, y desperfectos de los colegios de la ciudad y aldeas de alrededor, a pesar de que las ANPAs se lo pidieron de todas las maneras legalmente posibles. No abrió el comedor escolar de verano. Destruyó el patrimonio ecológico de nosotros, y de los niños, talando más de cien árboles. No dotó de espacios dignos a los perros de los niños, siguió permitiendo que se instalaran circos que explotan y maltratan animales, no instaló los refugios para patos del río del Con (bueno sí lo hizo, instaló uno este mes). Pensar en los niños no es poner inflables en la playa. Es de idiotas ponerle divertimentos a una playa, que ya en sí misma es una zona de ocio, donde te puedes inventar cientos de juegos.
No es particularmente bueno para el tránsito y ocio de los niños, una ciudad con todas sus plazas, parques y jardines con las baldosas levantadas, suelos agujerados y maquinones haciendo ruidos demenciales, solo porque papi Louzán dio el caramelo de dinero electoralista de fin de ciclo.
Oficializar una religión y poner de luto a una ciudad según los mandamientos que se inventó la madre iglesia, tampoco considero que sea ni ejemplar, ni de una ciudad pensada para niños. Es más bien represor y franquista.
De plástico colorido, estamos sobrados, al punto que hay una isla en el Atlántico con toda la mierda que desechamos, no dudaría que los pedacitos de la supuesta ciudad de los niños acaben ahí.
Augusto Metztli.