En la ladera de un arroyo descansa un niño. Tiene seis años.
Dos días antes se había sentido muy feliz. Los niños mayores lo habían
invitado a jugar. El chiquillo no cabía en sí de gozo.
Caminó con ellos hacia el arroyo. Se dejó hacer de todo. Al principio
no lloró, ni un poquito. Luego sí, cuando le llovieron piedras en la
cara. Cuando el tronco con espinas lo llenó de heridas.
Más tarde calló, cuando un palo le aplastó su pequeña y frágil garganta.
En la ladera del arroyo descansa un niño.
Los niños mayores lo invitaron a jugar.
– ¿Jugamos al secuestro?
En la ladera del arroyo yace un niño. Ya no respira.
Tiene una navaja clavada en la espalda y está muerto.
Lola Zavala.
¡Qué duro y triste! Y lo peor, fue real
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Sí Verónica, es tremendo y triste 😦
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Me ha conmovido completamente este hecho tan desafortunado que muy bien relatas. En pocas y sencillas palabras has resumido un acontecimiento de profundidades abismales¡¡¡¡¡
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Sí Estrella. Lola, lo abordó con mucho tacto y sensibilidad.
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