Somos obreros, pero eso solo lo asumimos nosotros, nadie más nos considera así, es por eso que en soledad debemos defender nuestro trabajo. Pero de qué o quién hay que defenderse:
De los políticos que aún creen que abriendo las salas de exposiciones, y diciendo unas palabras ingeniosas o simpáticas, hacen una política culturar sostenible y ética. De la gente que contrata tus servicios y piensa que lo que haces o das es insuficiente o que el precio es injusto. Debemos defendernos de graciosos que gritan a los cuatro vientos que necesitan un pintor para hacer un mural, y estando con él, lo primero que te dice es: no hay dinero, la propuesta es trabajar por «publicidad». Hay que defendernos de colegas artistas como músicos, con los que colaboras sin descanso, resolviendo en tiempo y forma todas sus necesidades, pero cuando llega la hora de cobrar y reconocer el trabajo hecho, están muy ocupados con sus giras, selfies y subiendo vídeos en youtube. Hay que defenderse de los concursos, que te hacen trabajar gratis mientras ellos sí cobran pase lo que pase. Hay que defenderse de la Xunta de Galicia y de los artistas que sí aceptan trabajar para ella, a pesar de que se gastan el presupuesto de los ciudadanos en lujitos imbéciles como la Ciudad de la Cultura. Hay que defenderse de los artistas que trabajan gratis, que mal cobran para quedar bien con supuestos «futuros contratos remunerados».
Debemos defendernos de los tontos que dicen: «¿Por eso te pagan?», «Esos garabatos los hace mi niño», «Ser artista no tiene salida», «No tengo dinero, es caro, no me lo puedo permitir (mientras sostienen un Iphone de última generación)». Hay que defenderse de los padres que ratean los euros de las clases de arte, pero no tienen reparo en gastarse medio sueldo, en ropa de Zara (que no necesitan) producida con sufrimiento humano y en condiciones de esclavitud. Hay que defenderse de la ignorancia, del que no sabe ni quiere saber que el arte no es prescindible, nunca lo ha sido. Hay que defenderse del político soberbio que cree saber de todo, y ni pregunta, ni se asesora.
Hay que defenderse del empresario, médico o señor sobrado, que te pide un trabajo, para después exigirte modificarlo según su ignorancia y no según un argumento. Hay que defenderse de los «es que’s». De los proyectos solidarios, donde todos cobran, donde todos ganan, menos el artista solidario. Hay que defenderse de quien te pide la mano y te pilla la pierna. Hay que defenderse del interesado o interesada. Hay que defenderse «del amigx», que solo se acuerda de ti, cuando necesita dibujitos gratis, hay que defenderse de los come pinchos, que ni ven, ni compran cuadros. Del que dice: avísame cuando lo pongas en venta y después nada de nada. Hay que defendernos de los 260€ que cuesta ser autónomo y tener derecho a una mierda, incluyendo enfermarse, por consecuencia no poder producir, pero sí tener que pagar.
Debemos defendernos del que roba ideas, de los respetables empresarios que roban diseños, del ciudadano promedio que roba imágenes en google para lucrar, de ayuntamientos que hacen concursos de carteles (sin remuneración económica) y no contratan a los profesionales, hay que defenderse de los comerciantes quejicas, que no regatean al comprar su género pero sí al que les diseña, o hace fotos o vídeos. Debemos defendernos de los bares que pagan lo menos posible a los músicos o a cambio de cervezas, hay que defendernos del que piratea películas, del que piratea discos, del que usa nuestras obras sin nuestro permiso. Debemos defendernos del ciudadano tibio, al que todo le parece bien, porque no entiende, que ser artista muchas veces es un acto político, e incluso un acto de valentía. Debemos defendernos del colega, que piensa que por ganar su dinero como artista «todo vale» incluyendo el sufrimiento ajeno. Hay que defenderse del pintor que no pinta, del dibujante que no dibuja, del escultor que no esculpe, del cantante que no canta, del artista amiguete de político que vive del erario público. Hay que defenderse del artista subvencionado eternamente. Del artista de rotonda.
Hay que defendernos del que dice te lo compraría pero no tengo espacio donde ponerlo, hay que defendernos del que no se le ocurre regalar un cuadro, un disco, una escultura, una ilustración, una foto o un producto hecho a mano por un artista, y sí prefiere regalar o regalarse cualquier «cosa» producida de manera injusta (como lo que venden en el Corte Inglés, o cualquier centro comercial). Hay que defendernos de las editoriales que pagan a destajo, de las editoriales que se aprovechan del sistema educativo español. Hay que defenderse de los proyectos culturales donde todos ganan, menos el artista, hay que defendernos de las galerías que cobran para que expongas y no en base a porcentajes, hay que defenderse de los premios y bienales de arte (que hinchan las burbujas de la especulación), de los gestores culturales y comisarios que sí cobran pero no pagan al artista.
Hay que defenderse del que no entienda, algo tan sencillo como: «Vivo, de lo que pinto y dibujo» (Vivo, es como decir: intercambio el dinero que gano pintando y dibujando por bienes y servicios, igual que tú).
Augusto Metztli.
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