Twitter se ha convertido en un pequeño espacio en el que cualquier usuario puede escupir todo tipo de idioteces. Gyorgy Schopflin, eurodiputado húngaro desde 2004 por el partido Fidesz, sugirió a través de la aplicación que la colocación de cabezas de cerdo a lo largo de la valla fronteriza -construída el pasado año por Hungría en su frontera sur para detener el paso de inmigrantes y refugiados- serviría para disuadir a los inmigrantes.
Su sugerencia es ofensiva, insensible, de mal gusto y racista. Es un claro ejemplo que demuestra que en la Europa del siglo XXI aún existe esa mentalidad nociva de la supremacía blanca.
Deberíamos sentirnos avergonzados por comentarios como el de Schopflin, deberíamos condenarlos al unísono porque no deberían formar parte de una Europa que se vende como moderna, libre y garante de los derechos humanos -esos que están ausentes en los campos de refugiados en territorio europeo y en el trato que se les ha estado dando a las personas que huyen de la guerra y de zonas en conflicto-.
Que vaya el mismísimo Schopflin a la frontera húngara, que se plante allí como un espantapájaros, con traje y corbata y su cara lavada, y que intente disuadir a los refugiados de buscar, por todos los medios posibles, una vida digna. Porque sólo quieren eso: dignidad, respeto y paz. Es lo que todos queremos.
Fernando Prado.
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