Una alumna de nuestro taller de pintura, nos dijo que estaba estudiando algunas asignaturas en inglés, porque de esa manera podía perfeccionar el idioma, y esforzándose mucho obtendría una beca de Amancio Ortega para estudiar un año de bachillerato en USA, y yo le comenté si el nombre correcto de la beca no era Mafioso Ortega (en plan chascarrillo), en fin… Que me dio la impresión que desde muy pequeñxs se nos invita de manera pasiva y activa a competir en todos los ámbitos de la vida. En más de una ocasión lxs propios alumnxs me han preguntado cuál es el cuadro más bonito de todos los que hay en clase, o quién es el o la alumna que más cuadros ha pintado. Competir como medio, como fin, como modo de vida.
Entonces recordé el libro de «El derecho a la pereza» de Paul Lafargue, las ideas de Bertrand Russell y las de Herbert Marcuse como:
«El individuo unidimensional se caracteriza por su delirio persecutivo, su paranoia interiorizada por medio de los sistemas de comunicación masivos. Es indiscutible hasta la misma noción de alienación porque este hombre unidimensional carece de una dimensión capaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu. Para él, la autonomía y la espontaneidad no tienen sentido en su mundo prefabricado de prejuicios y de opiniones preconcebidas» (Herbert Marcuse).
Yo creo que con un amplio margen de diferencia los mejores inventos, los progresos de la humanidad tanto sociales, científicos, espirituales y artísticos han sido fruto del ocio, de la pereza, de la contemplación, de saber ver, de la intuición o del azar, y no del trabajo competitivo, automatizado y deshumanizado. Hace años un amigo al que le costaba mucho levantarse todas las mañanas para irse a trabajar, argumentaba su pereza con la misma historia, decía: «¿Quién es el inventor del drenaje y de que el agua pueda llegar a todas las casas por medio de tuberías y canales? Pues un perezoso que no quería ir por las mañanas a recoger agua del río».
La competencia aturde, decir que el trabajo dignifica es mentir, y elegir una profesión con el argumento de «tiene más salida» tarde que temprano romperá el corazón.
«Trabajad, trabajad, proletarios, para incrementar la riqueza social y vuestras miserias individuales; trabajad, trabajad, para que incrementando vuestra pobreza tengáis más razones para trabajar y para ser miserables» (Paul Lafargue).
Augusto Metztli.
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