Vas conduciendo tranquilamente un sábado por la mañana, absorto en pensamientos banales y de repente, una imagen hace que todo salte por los aires. El conductor del vehículo con el que te acabas de cruzar era Mariano Rajoy. Inmediatamente después la razón te golpea en la nuca para hacerte saber que es imposible que el actual presidente del gobierno, muy español y mucho español, vaya conduciendo un coche destartalado, sin acompañantes ni escolta por las calles de un pequeño pueblo catalán.

A Mariano lo envuelve un halo de misterio. Nunca sabes si va o viene, si sube o baja, si habla en serio o está de coña; es ese tipo de personas de las que te puedes esperar cualquier cosa, como por ejemplo, suplantar la identidad de un ciudadano normal. Este hombre de gestos torpes, poses antinaturales y eterna expresión de Gioconda tiene una asombrosa capacidad para las frases célebres. En su discurso de clausura de las sesiones del Círculo de Economía que tuvieron lugar en Sitges, ha sentenciado: “Este no es un país corrupto”. Lo ha dicho el jefe de una organización criminal que gobierna un país.

El peine es un utensilio que el ser humano ideó a partir del momento evolutivo en que tomó conciencia de sí mismo y su ego comenzó a desarrollarse. Mariano ha dado un paso adelante en la carrera evolutiva al demostrarnos que puede decir cualquier cosa sin despeinarse.

Fernando Prado.

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