Pimiento

Debatir es imprescindible, siempre y cuando el debate sea constructivo y tenga como objetivo el consenso y aportar soluciones a los problemas que se nos presentan en este mundo tan complejo -una complejidad de la que somos responsables-. Pero buscar un debate donde no lo hay no tiene ningún sentido.

Tan pronto como se supo de los atentados de Barcelona y Cambrils algunos se echaron a las redes sociales para llenarlas de bilis y regurgitar todo el odio y los prejuicios que llevan dentro. Les está bien a los catalanes, que se jodan -esto es muy español-, que se las arreglen solos. Con el paso de las horas y los días la miseria fue en aumento y enseguida se unieron al deplorable espectáculo algunos medios de comunicación, periodistas, políticos y sacerdotes -no voy a entrar en esas jerarquías que tanto les gustan-. Escuchamos al ministro Zoido decir que la célula responsable de los atentados estaba desarticulada a pesar de que los Mossos d´Esquadra lo negaban -el conductor de la furgoneta que asesinó a varias personas en Las Ramblas aún estaba en paradero desconocido-. Una parte importante de la prensa del país se dedicó a desinformar, confundir y hacer campaña política contra la policía catalana, el presidente de la Generalitat, la alcaldesa de Bacelona y la investigación que comenzó inmediatamente después de los atentados aportando datos falsos y medias verdades. Se unieron también al jolgorio miembros y sindicatos de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

En mi opinión la actuación de los Mossos, de los servicios de emergencia, del personal sanitario, ambulancias, bomberos, protección civil y de los ciudadanos ha sido eficaz y ejemplar ante un acto tan atroz.

Hace unos días el Daesh -o Estado Islámico- difundió un vídeo en el que uno de sus soldados amenaza a España con más ataques. Se trata de Yassin Ahram Pérez o Al Qurtubí (el Cordobés). Dicho vídeo fue objeto de mofa.

En este país somos especialistas en reírnos de todo, en restarle importancia a las cosas, en mirar hacia otra parte. Puede que esto nos ayude a diluir las tragedias cotidianas, pero creo que hay determinados momentos en los que debemos apelar al sentido de la responsabilidad, la seriedad, la empatía y ver más allá de la burbuja en la que vivimos para darnos cuenta de la gravedad de la situación. Deberíamos saber que los matones del Estado Islámico no amenazan en vano, la prueba está en los atentados que han reivindicado en suelo europeo y en las atrocidades que cometen día tras día en Irak o Siria -cuyas víctimas, por cierto, son en su mayoría musulmanes-.

Hagamos autocrítica. Dejemos de mirarnos el ombligo. Si los tristes sucesos de Barcelona y Cambrils no sirven para hacernos reflexionar, tenemos un problema. Si las muertes provocadas por el fanatismo y el odio solo sirven para generar más fanatismo y más odio, para encerrarnos detrás de un muro y para señalar al que es diferente, tenemos un problema. Si las consecuencias del terrorismo son utilizadas para hacer política y rascar unos cuantos votos, tenemos un problema.

Da la impresión de que todo nos importa un pimiento.

Fernando Prado.

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