Forrest Gump no se podrá sentar en el banco de la Plaza Independencia

Una plaza sirve básicamente para dos cosas: tránsito y convivencia. No hay más misterio. Y cuando las plazas ya existen y funcionan, solo hay que darles mantenimiento, así de sencillo. Porque las plazas que funcionan y que existen, con el tiempo forman parte de las historias de vida de la gente que las usa, se convierten en plazas funcionales y significativas. Si todo esto un funcionario del ayuntamiento, un alcalde o una concelleira de urbanismo no lo tienen claro, mejor será que dejen el patrimonio de todos y todas como está, se pongan a improvisar o fastidiar su propio patrimonio.

Hay estudios que demuestran que el cemento – hormigón es el material más destructivo del planeta, hace dos décadas que muchos urbanistas y arquitectxs lo saben (sabemos), por lo que se han retomado técnicas del pasado para resolver aceras, calles, y plazas sin usar hormigón o por lo menos usarlo lo menos posible. Si hace dos décadas ya había una tendencia global para revertir la dependencia del hormigón, por qué hay ayuntamientos que se empeña en «humanizar» con el material más destructivo que puede existir. Para fabricarlo se usan cantidades ingentes de agua, eleva la temperatura de las ciudades varios grados, su durabilidad ha quedado en duda, e incluso frente a materiales tradicionales se ha demostrado que pierde por goleada, así que me hacen pensar que lo hacen por ignorancia, por mala fe, por las prisas o por pura apatía.

Cuando en un diseño de una plaza se coloca un banco, es para fomentar que los espacios sean sociopetos o sociofugos, pero poner un banco para fomentar pisar las flores y destruir jardines o con vistas a un muro, nunca lo pensé. Sobra decir que cuando hay dinero público se debe ser mucho más escrupuloso, pues de lo contrario se demuestra el poco interés que hay en cuidar el patrimonio urbano y el patrimonio capital público, pero el colmo de la burla es ver a la responsable de todo esto decir: «hay que tomarlo con humor, que poner mal los bancos hace gracia y así por lo menos le harán publicidad al pueblo». Todos estos errores los han cometido por obra y omisión tanto el alcalde Alberto Varela, la encargada de urbanismo Paola María y el de mantenimiento Lino Silva, todos ellxs de la administración del PSOE de Vilagarcía, que llevan cuatro años gobernando y que lo harán cuatro años más.

El saldo del mal hacer en diseño urbano hasta ahora es: Pintar los techos de color negro en la Praza da Verdura para que resalten las lechugas, llenar de hormigón amarillo las plazas y calles del pueblo, contaminando y aumentando las temperaturas de los barrios, deforestar los parques y bosques urbanos, exterminar camelios por capricho, construir ríos artificiales absurdos y descuidar el río real que tenemos. Tienen cuatro años más de fechorías. Las metidas de pata de nuestro re-eligido alcalde y su equipo, solo se deben y deberán a la soberbia que los ensordece.

Mientras sigan y nadie les pare los pies, Forrest Gump no se podrá sentar en el banco de la Plaza Independencia ni en ningún otro.

Augusto Metztli.

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