
Sabemos que en México, puede ser igual de arriesgado tener un encuentro con la policía que con un asaltante. En mi experiencia, he vivido situaciones más peligrosas con policías o militares que con la delincuencia. También es de dominio público que en las zonas turísticas, son prioridad los turistas y todo aquello que perturbe su actividad es desplazado, apartado o escondido. El clasismo, el machismo y la xenofobia, incriminan. Ser mujer, racializada o pobre te hacen a los ojos de «la autoridad» una delincuente en potencia.
Era cuestión de tiempo que se hiciera pública y se difundiera la brutalidad policiaca, llevan años de impunidad golpeando, desapareciendo, sembrando droga y violando, por eso digo que es gente perniciosa.
A Victoria Salazar la mató la policía, uno de ellos le partió el cuello al someterla en el suelo, pretendían detenerla por alterar el orden público. Victoria era salvadoreña, llevaba cinco años en México, estaba en Tulum por expectativas laborales, tenía una visa humanitaria (la palabra humanitaria queda grande). Mujer y migrante en México es una combinación de alto riesgo.
Cuando muere un persona siempre pienso en qué haría en este momento si aún viviera. Entonces inhalo profundamente y tomo conciencia de la vida y el instante. Pero cuando alguien muere de manera violenta, cuando la matan, pienso en qué hacía un día antes, asumiendo que viviría un tiempo más, entonces me imagino su desayuno, aquel aroma que le llamó la atención o cuándo fue la útlima vez que vio atardecer. Dicen que en Tulum las puestas de sol son espectaculares. Menos para Victoria.
Augusto Metztli.
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