El Pinocho de Guillermo

En el 2007 publicábamos «En Guadalajara fue», el último número de la revista Casiopea, y el título es una frase de «La Tapatía» una canción muy conocida de «El Personal», una banda que marcó a una generación o varias generaciones mexicanas. La idea de ese último número era entrevistar a artistas consolidados, que iniciaron sus carreras por rebeldía y supervivencia, así como la revista. Uno de los invitados sería Guillermo del Toro, el cineasta. Un año antes presentaba su película «El laberinto del fauno» y acababa de ganar algunos Oscar por ella, él es tapatío y está muy vinculado con la cultura que se hace ahí. Nuestro contacto, la que nos iba a ayudar para que participara, es decir, nuestra intermediaría, decidió no hacerlo argumentando que solo nos interesaba por estar premiado. La revista quedó muy chula, fue un número emotivo y los integrantes de «El Personal» se juntaron de nuevo y dieron un concierto memorable, recordando a los miembros de la banda que habían muerto.

A Guillermo del Toro se le quiere mucho en México y particularmente en Guadalajara. «Cronos» fue la primera película que vi hecha por él, formó parte del llamado «Nuevo cine mexicano» junto a directorxs como Alfonso Cuarón («Solo con tu pareja») o María Novaro («Danzón»). Después vi el «Laberinto del fauno», una historia que está muy bien contada y reúne con exquisitez dos de las inquietudes de Guillermo del Toro: la justicia social y los monstruos.

Cuando estrenaron en el cine «La forma del agua» fui a verla para vivir la experiencia en la sala, la de «El callejón de las almas perdidas» la vi en televisión, no me enteré de que la proyectaran aquí cerca.

Fui prejuicioso con «Pinocho», su último trabajo. Supongo que por ser un cuento clásico que ya había visto varias veces y por estar hecha en animación. La animación me gusta, pero no me apetecía mucho. Al ganar el Óscar a mejor animación, leí alguna cosa sobre la película, y decidí verla. Los prejuicios hacen que dejemos de vivir experiencias maravillosas.

«Pinocho» de Guillermo del Toro, es una preciosidad. Consigue retratar la guerra y el fascismo de una manera muy original, con humor grotesco y poesía visual. Al ser un clásico, más o menos sabes el final, lo fascinante es el camino que transita y explora con sus monstruos y vivencias, él dice que en todas sus películas habla de su relación con su padre. En «Pinocho» lo grita. Ahondar en la película sería hacer spoiler, porque en las sutilezas, detalles y argucias es donde radica su encanto y lo que te remueve por dentro.

Después de ver la película y de volver a ver algunas escenas, vi un documental donde el equipo que la animó, cuenta sus experiencias, sus procesos creativos y técnicos para filmarla.

Tal como dije, Guillermo del Toro siempre vuelve a Guadalajara, él ha sido parte fundamental en escuelas de cine y laboratorios de animación, desarrollando a lo largo de los años, el oficio de hacer cine entre la gente de la ciudad. Parte de «Pinocho» fue hecha ahí. Es por ese tipo de cosas que nos hubiera gustado que participara en la revista Casiopea, su Oscar nos daba igual.

Augusto Metztli.

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