“Nunca vemos más allá de nuestras certezas y, lo que es más grave todavía, hemos renunciado a conocer a la gente, nos limitamos a conocernos a nosotros mismos sin reconocernos en esos espejos permanentes.” (La elegancia del erizo – Muriel Barberry)
Es posible reconocerse en el otro y llegar a uno mismo a través de ese camino, pero para ello hace falta primero abrir la ventana y conocer al que la sostiene, saber más de lo que esa persona que tenemos delante puede aportarnos, no en un acto de generosidad ni egoísmo, sino de compañía.
Ana Ferrer.