Mariano Rajoy parece vivir en un sueño, en una burbuja o en un mundo paralelo. Hoy ha aparecido en un periódico un artículo en el que nos cuenta, entre otras cosas, que más de dos tercios de los keniatas usan el móvil para la compra, el taxi o el café; que África es mucho más que dictaduras, guerras, pobreza y hambre; que Europa (después de siglos de expolio, cosa que no menciona) es el principal socio de África o que las empresas españolas ya son conscientes de las oportunidades que brinda aquel continente. En fin, les recomiendo que lean el artículo; no tiene desperdicio.

Según Rajoy «nadie sufre la tragedia de la inmigración irregular más que el propio inmigrante» y, a continuación, nos suelta el habitual discurso de que hay que apoyar la transformación de las sociedades africanas. Todo esto está muy bien, pero a pesar de los maravillosos datos que nos presenta Mariano en su artículo, los africanos siguen dejando sus ciudades, pueblos y aldeas para recorrer miles de kilómetros, traspasar fronteras y cruzar el Mediterráneo porque están hartos de las dictaduras, las guerras, la pobreza y el hambre; los africanos siguen arriesgando sus vidas para llegar a Europa porque el sueño es Europa, el futuro es Europa, la esperanza es Europa. Por mucho que el señor Rajoy intente convencernos de que las cosas en África han mejorado en todos los sentidos, lo que nunca cambiará es el instinto de supervivencia del ser humano, ese que nos grita que somos invencibles, que somos capaces de cualquier cosa con tal de sobrevivir. Si tenemos hambre y sed buscaremos comida y agua donde sea, cueste lo que cueste, a pesar de las dificultades.

Fernando Prado.