Cuántas cosas nos son transmitidas a diario a través del sentido del tacto. Una caricia, un roce, un golpe, un pellizco; sentimos el viento en nuestra piel, la desagradable humedad, el frío que nos encoge, el calor que nos desparrama. El ser humano es un animal curioso que necesita tocarlo todo. Qué importantes son las manos.
Las manos sirven para amar, para crear y para destruir, para trabajar. Decir que las personas sin formación no valen nada y que, en consecuencia, cobran un salario mínimo que no producen es, en mi opinión, una falta de respeto, una desfachatez, una temeridad. Son palabras que demuestran la enorme ignorancia de Mónica de Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios. Es querer convertir a estas personas en poco más que muertos vivientes, ahora, por cierto, tan de moda (la cultura popular como símbolo de los tiempos, dicen por ahí).