Antes de que comenzara el mundial de fútbol de Brasil 2014, ya no me gustaba. Ahora me repugna. Hacen de todo menos jugar y divertirse practicando el fútbol, hay mucho dinero de por medio y donde hay dinero, hay mafiosos, unos van de corbata y otros con calzado deportivo diseñado para patear.
Mientras se resolvía quién iba a jugar las desalmadas semifinales de un desalmado negocio deportivo y se partía la espalda Neymar, se derrumbaba un viaducto en Belo Horizonte que mataba a dos personas y hería a más de veinte. No es común que se caigan los puentes, pero lo que mal comienza mal termina, y las obras en hispanoamérica no son un portento de “bien hechas”. Como siempre el que sale lastimado es el obrero, el que pasaba por ahí. Tres días de luto y a por las olimpiadas, que al negocio fuera del juego aún le quedan unos años más.
Augusto Metztli.