Antonio María Rouco Varela fue presidente de la Conferencia Episcopal durante años; demasiados, en mi opinión. Misógino y retrógrada, su postura siempre fue claramente la de un inquisidor, un ángel apocalíptico y un evangelizador de lengua envenenada.
Es hora de irte a descansar, Rouco. Y por favor, no hace falta que reces por mí.
Fernando Prado.