Cualquiera que haya hecho las maletas y haya tomado la decisión de romper con todo para buscarse un futuro mejor en otro país habrá sentido cómo va anidando la angustia en el estómago, cómo el miedo al fracaso se va apoderando del cuerpo, cómo la frustración ante el posible regreso al origen acecha en las horas oscuras.

Imagínense, si es posible, cómo se deben sentir los que dejan sus hogares y familias y recorren miles de kilómetros a pie para luego cruzar el Mediterráneo en una patera, un largo camino durante el cual son víctimas de las mafias y de todo tipo de vejaciones porque no son nadie, son invisibles y carecen de derechos. Cuántas veces habrán mirado atrás.

«Soledad forzada, ruptura con el instinto de apego, lucha incesante por la supervivencia y falta de oportunidades, terror provocado ante el peligro que ha supuesto para esa persona llegar a su destino». Es lo que el psquiatra Joseba Achotegui denomina síndrome de Ulises.

Fernando Prado.

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